jueves, 25 de agosto de 2011
Yo elegí educar
"... debemos dar un salto desde el uso de la educación como medio de transmisión o reproducción de una cultura a un uso de la educación al servicio de una transformación, que nos lleve desde nuestra presente condición a algo que no conocemos". Claudio Naranjo.
Yo elegí educar. Mi formación primera fue la de Letras, luego, decidí estudiar pedagogía porque, simplemente, amo enseñar. Y sí, la educación está en crisis, pero no sólo en Chile, sino en el mundo entero. Una educación donde los valores altruistas han quedado fuera, donde el respeto por la Tierra y las especies que la habitan sólo se enseñan a través de imágenes en los libros; donde hablar de amor, de caridad, de tolerancia, de hermandad, de diálogo, queda resumido, con suerte, en "orientación" o en "consejo de curso"; donde filosofía, música, artes, tecnología, tienen el número de horas que les sobró a matemática o a lenguaje, porque sí, realmente música no se mide en SIMCE ni en la PSU, entonces, qué interesa...
La educación está en crisis, porque ya profesores ni estudiantes se sientes identificados, interpelados, con lo que "se pasa" en el colegio. Mientras el curriculum nacional llama a aplicar una perspectiva que se oriente a la formación de personas "competentes" en una sociedad actual, descuidamos los "objetivos transversales" que, "si queda tiempo", se tocan. Mejor, menos reflexión y más ejecución.
Entonces, no es de extrañar que hoy veamos tal nivel de violencia en las calles, donde seres humanos (sí, son humanos nos guste o no) hacen daño a otros seres humanos, quemando sus autos, sus paraderos, apedreando los mismos lugares por los que todos transitamos, garabateando a quien se pase por delante, gritoneando a los que piensan distinto, juzgando... suma y sigue. Qué decir de la violencia ejercida hacia el medioambiente y a nuestros hermanos de otras especies.
Yo elegí educar a seres humanos. A personas que manifiesten compasión por los demás y por eso desearía ver un país que dialogara en pos de lograr estos objetivos y no de buscar llenarse más los bolsillos de plata a costa de ideales genuinos y transparentes. No sé para qué estas personas que toman "las grandes" decisiones quieren más dinero si, al final, todos vamos para el mismo lado... porque, hasta lo que yo sé, no te piden impuestos para que te lleve la muerte. Entonces, ¿qué sentido tiene todo esto? ¿Por qué EE.UU. tiene gran parte de sus tropas en Medio Oriente? ¿Por qué en África los niños se están muriendo de hambre por desnutrición? ¿Por qué hablamos de escacez si vivimos en la abundancia? ¿Por qué no entregar una educación digna de seres humanos del siglo XXI? ¿Por qué no naturalizar la palabra amor, compasión, paz?
Con todo esto, creo que no me equivoqué, hoy también eligo educar y repudiar cualquier acto de violencia que atente contra la integridad de las personas, contra el bien común y, en lo posible, contra el medioambiente (claro, aquí también viene mi mea culpa como ciudadana carnívora, que consume electricidad, etc.). Yo quiero un país y un mundo diferente.
Para finalizar, vuelvo a las palabras de Claudio Naranjo (2007):
¿Cuánto dolor será necesario para despertarnos? (...) Necesitamos una educación que lleve al individuo hasta ese punto de madurez en el que, elevándose por encima de la perspectiva aislada del propio yo y de la mentalidad tribal, alcance un sentido comunitario plenamente desarrollado y una perpectiva planetaria.
Lo más importante que tengo que decir, sin embargo, en lo que respecta a la educación en el campo afectivo, podría ser la necesidad que tenemos de reconocer que su objetivo central es el desarrollo de la capacidad de amar.
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