miércoles, 10 de abril de 2013

Un anciano y su perro


Mientras los transeúntes seguían el ritmo de la ciudad, un anciano observaba la calle en compañía de su fiel amigo poodle. Sus pensamientos iban y venían, distraído por el movimiento que la noche tenía. El anciano esperaba paciente a que algo inesperado ocurriera, a que un evento rompiera esa rutina diaria que a veces lo agobiaba. 

De pronto, un hombre bajó la reja de una galería que se encontraba frente al anciano y el perro comenzó a ladrar de forma estrepitosa. En ese mismo instante, mientras el motudo animal ladraba, una risa espontánea surgió de la boca de su amo y así pasaron varios minutos hasta que éste se puso de pie y comenzó a caminar por Tenderini rumbo a casa. 

Mientras iba a paso lento, el añoso hombre no pudo dejar de sentirse agradecido por la reacción de su compañero, ya que, de no ser por su ladrido, todo hubiera seguido igual en aquella ciudad de inercia.