Para tí... te amo.
Carmen Gloria
"Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí"
José Martí
Últimamente he pensado
mucho en estas palabras de José Martí que descubrí a raíz de la canción
"Alas de colibrí" de Silvio Rodríguez. He pensado en las
verdades elementales que dan sentido a nuestras vidas, que dan sentido a la
humanidad y que, en particular, dan sentido a mi vida. Y en este viaje
"hacia dentro" he llegado a la conclusión de que lo más importante en
esta vida es amar y ser amado. Claro, ese amor no representa necesariamente a
una persona, pues es un sentimiento infinito que nos inunda cuando tomamos
conciencia de que antes de nacer ya hemos sido amados por otra persona; que alguien
nos quiso así, tal cuales, desde el inicio. Para mí esa primera verdad es Dios
y cuando descubrí que Él me había amado primero comenzó mi gratitud hacia las
cosas, hacia la vida; un amor que no es egoísta, si no que desea amar desde la
libertad y desde la alegría. Mi segunda verdad es compartir ese amor
con el mundo, en cada instante y con cualquier ser vivo. Por supuesto que este no es
un camino fácil, al contrario, está lleno de pruebas y de momentos en que nos
sentimos desafiados y como si tuviéramos un espejo en frente nos miramos y re-conocemos; pero
supongo que la gracia de la vida es esta: poder enfrentar cada día como una
invitación a amar.
Por ahí pensaba también en este pequeño colibrí - que en el español de Chile se llama picaflor -, un animal frágil y pequeño, que mueve sus alas mil veces por segundo... Bueno, en esas pequeñas alas, según Martí, caben estas verdades elementales: "un partido de sueños" como dice Silvio, "talleres donde reparar alas de colibries" (por si se nos ha olvidado lo que nos mueve intrínsecamente); alas en donde se admite la dignidad de toda persona, incluso de "esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna" (porque no se puede simplemente explicar quien es Dios desde ninguna teoría moderna ni posmoderna); "pueblos sin hogar" (como Israel, aunque hoy esté causando paradójicamente tantas miserias al pueblo palestino); "una mano bien apretada" (¡y cómo no tiene precio una mano bien apretada que te acompaña por las calles!); una "asamblea de flores marchitas" (que no por marchitas dejan de ser flores); en fin, "alas de colibrí para la cura" (¡y cómo curan!).
Por último, debo añadir que no tiene precio en esta vida que alguien te ame tal como tú lo amas. Y no tiene precio en verdad pues, aunque fuera por una fracción de segundo, experimentar un amor correspondido es haber vivido. Si hoy se terminara mi vida sentiría que realmente valió la pena existir, pues mi corazón comprende que estamos realmente hechos para esto y, por ello, este se siente en paz y en completa libertad... como un ala de colibrí.