Hoy mientras viajaba en metro vi una escena conmovedora: un bebé en brazos de sus padres reía lleno de nervios porque un abuelo que estaba en la puerta del tren lo saludaba. Mientras observaba la bella imagen pensaba en lo maravillosa que es la vida, en cómo se desenvuelve de forma misteriosa en cada una de nuestras etapas, proporcionándonos las enseñanzas y las experiencias que nos corresponden vivir en el momento indicado. También pensaba en cómo a medida que pasa el tiempo somos más conscientes del regalo que se nos ofrece a cada instante: disfrutar de los pequeños gestos en los que fluye realmente nuestra esencia, aquellos detalles que nos inundan y que nos causan un profundo eco interior... un sentido que sólo puede provenir de la experiencia de amor gratuito con las demás personas.
sábado, 23 de febrero de 2013
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